domingo, febrero 18, 2007

Pienso como PPD... o tropecé de nuevo con la misma piedra

La inolvidable frase del encapuchado Andrés Farías no pierde por desatinada su tremenda capacidad de síntesis.

“Ningún personero de la Concertación puede plantear públicamente que va a ser candidato a alcalde por Santiago, si no es militante del PPD. Le queremos recordar al señor (Marcelo) Trivelli que el cupo es del PPD y nos costó 16 comunas en la ultima negociación parlamentaria", Angel Bozán, Presidente veraniego del PPD.

El sábado 30 de octubre de 2004 Joaquín Lavín declaraba eufórico en el balcón de la Municipalidad de Santiago su victoria en “la madre de todas las batallas”. Aunque la Radio Bío-Bío aseguraba el triunfo de Schaulsohn, el próximo Alcalde sería Raúl Alcaíno, el candidato de Lavín. Así, la Concertación perdió la oportunidad de asestar un fuerte golpe a la entonces principal figura de la oposición producto del plan PPD de poner a Jorge Schaulsohn como Alcalde, y desde ahí proyectarlo a las primeras figuras de la política nacional.

La transacción para compensar a la DC por el cupo de Santiago -Santiago “era decé” desde Ravinet y el duelo/paliza “Betty la fea – Santoladrón” protagonizado por Lavín y Martita Larraechea- consistió en entregar 16 comunas que “eran pepedé”. En momento alguno fue tema las cualidades de los potenciales alcaldes, bien como ediles o candidatos. Nos recuerda Bozán:

"El PPD le quiere recordar a todo el país que nos costó lograr aquel cupo, por lo tanto nosotros seguimos con nuestra intención de que la alcaldía por Santiago sea recuperada para la Concertación con algún líder de nuestro partido"

Allá por el 2004 el candidato “natural” a Santiago era el Intendente Marcelo Trivelli, quien en las encuestas ganaba caminando a Alcaíno y a las otras cartas que sonaban en la derecha.

Pero eso daba lo mismo, no era PPD.

Ahora que el “tremendo alcalde” y renovador de la política ha devenido paria, vuelve a ser insignificante quien conducirá de mejor manera la comuna de Santiago, o quien maximiza las posibilidades de éxito de la Concertación.

martes, febrero 06, 2007

Cada Ministerio con su mini-histeria

La reacción del Ministerio de Salud ante la aparición de las cajetillas Kent con publicidad interior vino a ratificar cierto estado de histeria colectiva ante el tabaco que atraviesa las políticas estatales en este ámbito.

Evidentemente, nadie podría cuestionar que corresponde al Estado velar por la existencia de condiciones adecuadas para la convivencia de la pluralidad de sus ciudadanos. En ese criterio se sostienen razonablemente normas como la separación de espacios para no fumadores, la delimitación de espacios públicos cerrados y otros.

Sin embargo, previo a ese razonamiento sensato hay en el origen de esta política un juicio insostenible, que aplica sin matices ni debates la clasificación bien/mal al tabaco, a los cigarrillos. Como suele ocurrir, las posiciones polares como la que sustenta el MINSAL, desplazan asuntos contingentes, que admiten más de un punto de vista y son por ello discutibles, al ámbito de las certezas, a aquellos consensos que situamos fuera de todo debate, y toman carácter de axiomáticos límites de la democracia, por ejemplo el derecho a la vida.

La posición polar del Ministerio, obviando que tal como el tabaco tiene aspectos negativos científicamente demostrados también ha de tener positivos –genera placer, tranquiliza, un agradable sabor, dicen los fumadores – ha llevado a ridículos como el afán de demostrar en plena Comisión de Salud de la Cámara que las terrazas de los quioscos playeros eran un ambiente cerrado, por disponer de esos techos de totora que cubren sillas Savory y teams. Algo que resulta evidente para cualquier observador sensato –cuesta encontrar lugares con mayor circulación de aire que una terraza en la playa – quedaba en entredicho ante el afán de oponerse con toda fuerza al enemigo.

La apresurada reacción de retirar y multar a Chiletabacos por cajetillas que “se abren” pero que cumplen con mantener el 50% de las caras principales (las que no necesitan abrirse y están a la vista en los puntos de venta) con publicidad “antitabaco” da cuenta de esos raciocinios. No por nada, se llama a los Seremis a actuar “sobre las cajetillas mismas”. Evidentemente, las posiciones polares frente al tema no sólo corresponden al Ministerio, sino también en parlamentarios que han hecho de este tema un caballito de batalla, parte de una lucha por “la salud”. Mariano Ruiz Esquide dice: "Es una sucia cuchufleta (…) lo que están usando es una martingala, probablemente en el ánimo de sacar algunas ventajas, muy propio de algunas industrias que son muy ventajistas". El diario oficial también hace lo suyo preocupado por las cigarreras que las tabacaleras "ofrecen para evitar que fumadores conozcan los riesgos a la salud que provoca esta adicción". Otro tanto el Seremi metropolitano, denunciando la peculiaridad del enemigo: "“Las tabacaleras son empresas que lucran y quieren seguir haciéndolo".

Harto más interesante que la foto del emblema antitabaco devenido ídolo pop pegada en las cajetillas, sería la promoción de un debate que pusiera en la mesa atributos y efectos del tabaco, y la construcción de acuerdos entre fumadores y no fumadores sobre espacios y prácticas tolerables. Evidentemente ello no está agotado en esta Ley, aunque la Ministra piense lo contrario: "Las leyes significan un gran contrato social, aquí hay una sociedad que busca poner la salud por delante, y eso es lo que tenemos que buscar entre todos. Llamo también a las empresas a su propia responsabilidad".


La Ley Antitabaco