jueves, marzo 15, 2007

Jorge Díaz


Conocí a Jorge Díaz dos veces. La primera leyendo "El Cepillo de Dientes" en el colegio, la segunda en la inauguración de la exposición de Guillo en la FECH. En esa ocasión, Díaz escribió un diálogo que se negó a protagonizar, y así fue puesto en escena por Alejandro Goic y , creo, Horacio Durán. Me impresionó su humor singularísimo, pero no logro acordarme de qué se trataba. Van años ya.
Todo esto para quitar telarañas en este espacio con algo que valga la pena: la columna carta de Benjamín Galemiri que se publica ayer en El Mercurio.

Su genio era imparable
Benjamín Galemiri


Desde la tierra de John Lennon, en Londres, me entero con la angustia del hijo de la partida de mi padre escritural, el universal Jorge Díaz. Como Lennon, mi padre Jorge Díaz inventó todo antes que todos.

Nos hizo reír y llorar antes que todos. Hizo híper texto, hipo texto, inter texto, posmodernismo, guiñol, farsa, absurdo, realismo, tragedia y comedia, teatro del fragmento y de la desestructuración. Se adelantó en 40 años a todas las nuevas escrituras. Su genio era imparable, y fue en lengua española comparable al aporte de Nicanor Parra en la poesía. Este eterno niño caudillo, subversivo y tan arrolladoramente encantador llamado Jorge Díaz quedará en mi corazón de huérfano de padre. Demasiado corta carrera llamada dramaturgia, que él veía con socarronería muy española y con humor muy chileno.

Por segunda vez en mi vida he quedado huérfano, pero tengo el encargo bíblico que me hiciera unas semanas antes de morir: me llamó por teléfono para rogarme que escribiera una obra de teatro que, según él, era la obra de su vida y que sólo su hijo escritural podía hacer, ya que él presentía su desaparición.

En ese momento lo reté, porque me apenaba su corazonada. Pero ahora, Jorge amado padre, escribiré esa obra como si fuera tuya, para tenerte otra vez entre nosotros, porque el mundo sin Jorge Díaz es intolerable. Todo el amor de tu hijo Galemiri.