domingo, diciembre 17, 2006

Campañas en el aire (Comentario para Estartegias II MCP)

Campañas en el aire

Comentarios a “Comunicación y Política: Análisis de la Campaña Presidencial de Michelle Bachelet”, de Elisabet Gerber.

El Centro de Competencia en Comunicación en América Latina, dependiente de la Fundación Friedrich Ebert Stiftung publica en julio de 2005 la investigación “Comunicación y Política: Análisis de la Campaña Presidencial de Michelle Bachelet”[1], realizada por Elisabet Gerber. En este trabajo, la autora realiza un análisis de la campaña de la actual Presidenta de Chile, tomando como fuentes entrevistas a miembros de su equipo de campaña (Francisco Javier Díaz, Ricardo Solari, René Jofré, Pilar Rivadeneira, Victoria Massarelli y Martín Viñacur), a la Directora de Mori-Chile Marta Lagos, algunos datos de encuestas –CEP y Mori –, y los resultados de la elecciones de primera y segunda vuelta.

La principal carencia del trabajo de Gerber es la ausencia prácticamente completa del contexto político en que la campaña de Bachelet tiene lugar. Si bien en un comienzo cita ciertos antecedentes del proceso electoral chileno, los datos mostrados no rebasan lo epidérmico y, lo que resulta más significativo, una vez puestos en la mesa se retiran completamente del análisis que posteriormente se despliega. Así, la causa cuasi exclusiva del triunfo de la candidata de la Concertación radican en sus cualidades personales, configurando un análisis apolítico y ahistórico de los resultados de las elecciones presidenciales de diciembre de 2005 y enero de 2006, primera y segunda vuelta, respectivamente.

La citada personalización del triunfo de Bachelet es también compartida por buena parte de su equipo cercano. Así, el responsable de la elaboración de los discursos en la campaña y hoy uno de los principales asesores presidenciales, Francisco Javier Díaz concluye: “teníamos la fortaleza de la gran candidata, lo era en todo sentido, así que lo central es tener claro que la ganó fue ella y nosotros ayudamos.”

Como se ha señalado, esta personalización sólo es posible obviando la historia electoral reciente de Chile. Esta historia habla de 1988 hasta nuestros días de un electorado particularmente estable en sus preferencias, donde en todas y cada una de las 22 elecciones[2] desarrolladas desde entonces –a niveles de concejales, alcaldes, diputados, senadores o presidenciales – han sido los candidatos de la Concertación de partidos por la democracia quienes han recibido la mayor cantidad de votos a nivel nacional. Más aun, los datos electorales muestran con claridad como en elecciones de sólo dos candidatos u opciones (plebiscito ’88, segunda vuelta presidencial de enero de 2000) los votantes de la izquierda extraconcertacionista tienden a alinearse con notable disciplina junto a las opciones que levanta la coalición gobernante.

Vistos los datos, del argumento expuesto en esta investigación podría derivarse que en cada elección sucedida desde la recuperación de la democracia los atributos personales –particularmente su credibilidad y honestidad – de cada uno de los candidatos de la Concertación, no del conglomerado pues en momento alguno se sitúa a la coalición como actor significativo del triunfo de Bachelet, ha sido superior a los atributos personales de sus adversarios electorales. Podría haber ocurrido en alguna elección particular, en ciertos distritos o comunas, pero vistas la regularidad de los resultados no parece un argumento atendible.

Por el contrario, la estabilidad electoral de los chilenos permite suponer la existencia de clivajes o ejes profundos y duraderos que explican buena parte de los resultados electorales. En este tópico cabe señalar la existencia de debates a nivel académico que giran en torno a la condición de esos clivajes y su vigencia. A partir de los datos electorales y de encuestas nacionales, Eugenio Tironi, Felipe Agüero y Eduardo Valenzuela defienden la existencia de un clivaje principal, de corte político, configurado en torno al plebiscito de 1988 y a la dicotomía entre dictadura y democracia, en “Clivajes políticos en Chile: perfil sociológico de los electores de Lagos y Lavín”[3]. Más atrás buscan Miguel Ángel López y Mauricio Morales en “La capacidad explicativa de los determinantes familiares en las preferencias electorales de los chilenos”[4] donde señalan la capacidad explicativa que manifiestan los antecedentes familiares en el voto de los jóvenes, mostrando la relevancia que tiene la posición adoptada por la familia ante la dictadura militar, el golpe de estado y el gobierno de la Unidad Popular.

Es por ello que llama poderosamente la atención la ausencia en el análisis que desarrolla Gerber de los posicionamientos políticos de los candidatos – y de Michelle Bachelet en particular – en la campaña electoral y en sus resultados. Sin embargo, ello podría explicarse en tanto en las citas que la autora recoge de sus entrevistas con el equipo de la candidata se hace patente la misma omisión, que cruza desde la fase inicial del diseño hasta los análisis posteriores. Así, la directora de arte Pilar Rivadeneira recuerda el brief que recibe de dos de los principales estrategas de la campaña: "El punto de partida conceptual tuvo que ver con un brief de Solari y Halpern: pensar en una campaña de bien público, no en una campaña política.”

Resulta curiosa la prescindencia de lo político que cruza la campaña de Bachelet, en particular porque vistos los resultados electorales recientes en Chile la posición política de Bachelet en la Concertación y las de sus adversarios – Joaquín Lavín y Sebastián Piñera en la Alianza por Chile; Tomás Hirsch en Juntos Podemos Más – resulta una potente ventaja a favor de la candidata que el diseño de campaña deja de lado. Para Marta Lagos, entrevistada por Gerber, esta omisión está vinculada a “la reminiscencia del casi empate de diciembre del 99 entre Lagos y Lavín y, por otra parte, del gran triunfo de la derecha en las municipales del 2001”. Sin embargo, los resultados de la segunda vuelta entre Lagos y Lavín hablan de la vigencia del voto más politizado entre los votantes de izquierda, y el triunfo de la derecha en las municipales 2004 – supongo que a esa elección se refiere Lagos pues no hubo elecciones municipales el 2001, y es en esa ocasión donde se plantea un triunfo de la derecha – no fue sino una reducción de las distancias entre la oposición y el bloque gobernante, con aún 400.000 votos de distancia en la elección de alcaldes y más de 600.000 en concejales:

MUNICIPALES 2004 ALCALDES

LISTA/PACTO

VOTOS

PORCENTAJE

CANDIDATOS

ELECTOS

A.- Juntos Podemos

371.772

5,89%

229

4

B.- Alianza

2.443.381

38,72%

343

104

C.- Concertación Por La Democracia

2.827.514

44,81%

340

203

D.- Nueva Alternativa Independiente

20.253

0,32%

22

1

E.- Nueva Fuerza Regional

38.866

0,62%

8

1

Independientes (Fuera De Pacto)

608.420

9,64%

301

32

Válidamente Emitidos

6.310.206




MUNICIPALES 2004 CONCEJALES

LISTA/PACTO

VOTOS

PORCENTAJE

CANDIDATOS

ELECTOS

A.- Juntos Podemos

561.687

9,17%

1.160

89

B.- Alianza

2.307.046

37,68%

2.114

886

C.- Concertación Por La Democracia

2.932.350

47,89%

2.121

1.126

D.- Nueva Alternativa Independiente

42.457

0,69%

190

15

E.- Nueva Fuerza Regional

39.967

0,65%

77

7

Independientes (Fuera De Pacto)

239.868

3,92%

533

21

Válidamente Emitidos

6.123.375


6.195

2.144

Continuando con la idea de una campaña prescindente de los partidos y la Concertación, Ricardo Solari señala “Ese fue el núcleo de la estrategia: una campaña que intentó sustentarse siempre en un estilo ciudadano, priorizando estas dimensiones antes que las más estrictamente partidarias".

La elección es reafirmada por Díaz, quien afirma “la apuesta fue credibilidad, que venía también de sus atributos personales. La gente le cree a la candidata por su historia, por su manera de ser, por su sonrisa, por atributos personales”. Situándose ya en al análisis postelectoral, René Jofré reproduce el argumento con "Estoy convencido de que esta campaña la ganó la candidata”.

Marta Lagos, entrevistada en condición de experta externa al comando, avala esta apuesta a la credibilidad en la similitud de las propuestas de los candidatos (“si las propuestas parecen todas iguales, el determinante del voto es quién es el más creíble") y en los resultados en encuestas que sitúan la credibilidad y honestidad como los atributos más valorados por los electores en un presidente, y a Michelle Bachelet como la candidata más destacada en estos aspectos. Sin embargo, cabe señalar que el sentido de una relación causal entre atributos e intención de voto no resulta para nada claro con los datos mostrados.

De esta perspectiva despolitizada del cuadro electoral emergen a su vez análisis postelectorales donde la variable género –que efectivamente juega un rol en las elecciones, aunque como ya se señalará sobredimensionado – reemplaza radicalmente las orientaciones políticas de los electores: "Vimos que podíamos seguir creciendo en mujeres, cuestión que habíamos creído imposible. Había espacio para seguir creciendo en todo tipo de mujeres: de distintas edades y niveles socioeconómicos. En ese sentido creo que hubo una sorpresa para Sebastián Piñera en la segunda vuelta, porque algunos suponían que lo que primaría en esa instancia sería capacidad y liderazgo. Nosotros observamos que la gente seguiría priorizando la credibilidad y todos los atributos asociados: honestidad, transparencia. Desde ahí era posible seguir creciendo entre las mujeres" (Franciso Javier Díaz). Ratifica el criterio Marta Lagos al señalar que en la campaña “se equivocaron al no apuntar a los hombres, que es donde perdió en la primera vuelta.

Mal podría cuestionarse el análisis realizado por Gerber por citar las orientaciones de la campaña de Bachelet en palabras de sus gestores. Sin embargo, lo que se extraña en el texto es una perspectiva crítica frente a las orientaciones de las fuentes y analizar de qué modo se articulan lo factores internos del diseño de la campaña con fuerzas exógenas en el resultado obtenido. Por el contrario, Gerber opta por sólo reproducir entrevistas y concluye: “¿Significa esto que fue un error enfocar la campaña en los términos en que se hizo? En nuestra opinión, no. Porque es necesario, en este sentido, hacer una distinción elemental entre las distintas etapas: el llamado constante a la ciudadanía que tuvo lugar en la campaña resultó exitoso”

Sin embargo, la idea de éxito tiene al menos un componente relacional, cuestión clara en el marco de una campaña electoral. Los resultados de la campaña de Michelle Bachelet en las urnas – en hombres y mujeres – se manifiestan claramente inferiores a los que la Concertación exhibe en las elecciones de diputados realizada simultáneamente a la primera vuelta presidencial.


UNIVERSAL

MUJERES

Primera Vuelta Presidencial

Votos

% totales

%validos

Votos

% totales

%validos

Sebastián Piñera Echeñique

1.763.694

24,5%

25,4%

894.553

23,3%

24,1%

Michelle Bachelet Jeria

3.190.691

44,3%

46,0%

1.743.998

45,4%

47,0%

Tomas Hirsch Goldschmidt

375.048

5,2%

5,4%

150.184

3,9%

4,0%

Joaquín Lavin Infante

1.612.608

22,4%

23,2%

921.882

24,0%

24,8%

nulos

180.485

2,5%


96.395

2,5%


blancos

84.752

1,2%

36.222

0,9%

TOTAL

7.207.278


3.843.234


Válidos

6.942.041

3.710.617

Diputados

UNIVERSAL

MUJERES

A.- Fuerza Regional Independiente

77.213

1,1%

1,2%

37.785

1,0%

1,1%

B.- Concertación Democrática

3.417.207

47,4%

51,8%

1.831.026

47,6%

51,6%

C.- Juntos Podemos Más

488.618

6,8%

7,4%

221.104

5,8%

6,2%

D.- Alianza

2.556.386

35,5%

38,7%

1.424.292

37,1%

40,2%

Independientes (Fuera De Pacto)

62.387

0,9%

0,9%

32.754

0,9%

0,9%

nulos

383.940

5,3%


194.213

5,1%


blancos

221.600

3,1%

102.092

2,7%

TOTAL

7.207.351


3.843.266


Válidos

6.601.811

3.546.961

Como se puede observar, los resultados obtenidos en primera vuelta por la candidatura de Michelle Bachelet son menores en más de tres puntos porcentuales sobre totales a los de la Concertación en el total de los electores, mientras en mujeres la distancia entre candidata y coalición corresponde a dos puntos. Desde la perspectiva de los votos absolutos, cabe señalar que en una elección con menor número de votos validos (hay 340.000 votos inválidos en la parlamentaria) la Concertación rebasa a su candidata en más de 220.000 votos en total y casi 100.000 sufragios femeninos.

Luego, en la segunda vuelta presidencial frente a Sebastián Piñera, los resultados son los siguientes:

Segunda Vuelta

UNIVERSAL

MUJERES

Sebastián Piñera Echeñique

3.236.394

45,2%

46,5%

1.729.711

45,4%

46,7%

Michelle Bachelet Jeria

3.723.019

52,0%

53,5%

1.976.269

51,9%

53,3%

nulos

154.972

2,2%


83.561

2,2%


blancos

47.960

0,7%


21.784

0,6%


TOTAL

7.162.345



3.811.325



Válidos

6.959.413



3.705.980



Aquí, si bien cabe consignar que Bachelet pareciera capturar algún segmento de los votantes de Lavín – diferentes análisis hablan de votos de sectores populares – permanece apenas por debajo el umbral de la suma de los sectores que la apoyan en el ballotage, la Concertación y el Partido Comunista. Es importante a su vez señalar que los votos nulos se reducen en 60.000 frente a la primera vuelta, factor que se atenúa por el alza de la abstención en 40.000 votos.

A la luz de los resultados de las elecciones de diciembre de 2005 en particular, y la historia electoral chilena desde 1988 parece evidente que la principal ventaja con que cuentan los candidatos de la Concertación radica justamente en su pertenencia a la coalición, y que la apuesta de una campaña despartidizada probablemente logró reducir el éxito electoral de la hoy Presidenta. En contra de esta argumentación puede sostenerse que la diferencia electoral de Bachelet frente a la Concertación radica en su condición de mujer, lo que representa una desventaja ante el electorado chileno. Sin embargo, los investigadores Marcela Ríos y Andrés Villar en “Mujeres en el Congreso 2006-2010”[5] muestran que las tasas de elegibilidad de las mujeres candidatas al parlamento son similares a las de los hombres, y que por tanto no existen evidencias en la política chilena reciente que permitan afirmar que el género sea una variable que afecte significativamente el rendimiento electoral de un candidato. Por el contrario, la verdadera odisea que deben sortear las mujeres candidatas en convertirse en tales, es decir hacerse espacio en las plantillas electorales de los partidos para lo cual su condición si parece ser una desventaja.

Visto así, el llamado fenómeno Bachelet se ubica bastante antes en el tiempo, y no en la campaña presidencial que alaba la autora, cuya caracterización de exitosa merece al menos una razonable duda, siempre y cuando situemos su análisis en el contexto del país y tiempo en que tiene lugar.



[1] Disponible en http://www.c3fes.net/docs/comunicacionpoliticabachelet.pdf

[2] Estos y los siguientes resultados electorales provienen de http://www.elecciones.gob.cl , sitio oficial del Ministerio del Interior.

[3] http://www.dii.uchile.cl/~revista/ArticulosVol5-N1/06-E.sep.pdf

[4] http://www.inap.uchile.cl/cienciapolitica/rev-politica/45/06-lopez.pdf

[5] Disponible en http://www.flacso.cl/flacso/biblos.php?code=1554

1 comentario:

Anónimo dijo...

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